Factores de riesgo del melanoma
Se entiende por factor de riesgo toda situación que aumenta la posibilidad de que una persona padezca una enfermedad. Por ejemplo, la exposición sin protección a los rayos solares es un factor de riesgo para el cáncer de piel o el tabaco es un factor de riesgo para el cáncer de pulmón o de laringe.
Hay que tener en cuenta que aunque una persona tenga uno o más factores de riesgo, no significa que vaya a desarrollar la enfermedad, y que muchas personas que van a desarrollar la enfermedad puede que no tengan ningún factor de riesgo conocido.
Los factores de riesgo del melanoma son:
1. Exposición a la luz solar:
El principal factor de riesgo para desarrollar un melanoma es la exposición a la luz solar y, en consecuencia, a la radiación ultravioleta (rayos UV), que daña los genes de las células de la piel.
Los métodos artificiales de bronceado como las camas solares y las lámparas también aumentan el riesgo ya que las personas que las utilizan reciben el doble de irradiación que las personas que toman el sol en la playa a mediodía y en verano.
La radiación ultravioleta tiene 3 diferentes longitudes de onda, 2 de ellas, los rayos UVA y los rayos UVB, están estrechamente relacionadas con el cáncer de piel.
Los rayos UVA son uno de los principales agentes responsables del envejecimiento de la piel y de la aparición de las arrugas. En ocasiones pueden causar un cierto daño en el ADN celular y por lo tanto, dar lugar al desarrollo de algunos cánceres de piel.
Los rayos UVB dañan directamente el ADN celular y son los responsables de las quemaduras solares y de la mayoría de los cánceres de piel.
Existe relación entre las quemaduras solares con ampollas y el melanoma.
No hay que olvidar que algunos medicamentos (antibióticos, hormonas o antidepresivos) hacen la piel más sensible al sol, ni tampoco que la luz solar puede ser reflejada por la arena, agua, nieve, hielo y el pavimento. Los rayos UV del sol pueden atravesar las nubes, los parabrisas, las ventanas y la ropa ligera.
2. Edad:
Aunque cada vez se diagnostica en gente más joven, la mayor incidencia del melanoma se sitúa entre los 30 y los 60 años, con una media de 50 años (el 41% de los casos se diagnostica antes de los 55 años). El melanoma en niños es más raro y generalmente más benigno, extendiéndose superficialmente (74%) y en la mayoría de los casos no llega a originar metástasis.
3. Sexo:
En Estados Unidos, los hombres tienen una tasa mayor de melanoma que las mujeres y en Europa es al revés. Su localización es más frecuente en el tronco en los hombres y en las piernas en las mujeres. En los hombres de más edad, el melanoma suele aparecer en la cabeza y el cuello. Esta distribución puede tener relación con las zonas de la piel expuestas al sol.
4. Raza:
El riesgo de desarrollar un melanoma es 10 veces mayor en las personas de raza blanca que en las de raza negra. Este riesgo es mayor en personas de piel muy blanca con pelo rubio o pelirrojo y ojos azules o verdes. El melanoma también puede aparecer en las mucosas, los ojos, las palmas de las manos y las plantas de los pies (es decir, en los sitios con menor pigmentación).
5. Presencia de lunares:
Generalmente, los lunares (nevus) no están presentes al nacer, sino que empiezan a aparecer en la infancia y en los adultos jóvenes. Los lunares pueden aparecer o bien en la piel que está expuesta a la luz solar, o en la piel que generalmente está cubierta (cuero cabelludo, nalgas).
La mayoría de los lunares nunca causará ningún problema, aunque una persona que tiene muchos lunares es más propensa a padecer un melanoma.
Existen una serie de lunares que pueden cambiar de forma y color (nevus displásicos) y que, aunque generalmente no se vuelven cancerosos, un pequeño número de ellos pueden convertirse en melanomas. Estos nevus displásicos son frecuentemente hereditarios. Las personas con varios familiares cercanos con antecedentes de melanoma y con un gran número de nevus displásicos tienen un riesgo del 50% de padecer un melanoma a lo largo de su vida, por lo que deben someterse a exámenes periódicos de la piel para comprobar si alguno de los lunares está creciendo o cambiando de aspecto.
Hay lunares que ya están presentes en el momento del nacimiento (nevus melanocíticos congénitos). El tamaño de este lunar va a determinar el riesgo de que se transforme en melanoma. El nevus melanocítico congénito de gran tamaño tiene un mayor riesgo de desarrollar un melanoma (6-8% antes de los 10 años de edad). Los nevus melanocíticos congénitos pequeños no parecen tener un mayor riesgo de transformarse en melanoma. Si no pueden ser extirpados quirúrgicamente, han de ser examinados cada cierto tiempo por un dermatólogo.
La existencia de más de 50 lunares normales implica un factor de riesgo 3 veces mayor de desarrollar un melanoma que la población normal y, si hay más de 100, el riesgo aumenta a 7 veces más que la población normal.
6. Antecedentes familiares:
Los integrantes de una familia con varios miembros diagnosticados de melanoma, sobre todo si hablamos de familiares de primer grado (padre, madre, hijo/a, hermano/a), poseen un riesgo 12 veces mayor de desarrollar un melanoma que el resto de la población. Aproximadamente el 10% de todas las personas con melanoma tienen antecedentes familiares de esta enfermedad. Actualmente se conocen 2 genes relacionados con el melanoma: el gen CDKN2A, que se encuentra en el cromosoma 9, y el gen CDK4, que se encuentra en el cromosoma 14. La alteración del gen CDKN2A está presente en el 20% de las familias que desarrollan un melanoma.
Existe una enfermedad hereditaria rara llamada xeroderma pigmentoso, debido a la cual las personas que la padecen tienen menor capacidad de reparar el daño que la luz solar produce en el ADN celular, y pueden desarrollar un melanoma en las zonas de la piel expuestas al sol. El riesgo de estas personas de desarrollar un melanoma en edad temprana es 2.000 veces mayor que en la población general.
7. Antecedentes personales:
Una persona que ya ha tenido un melanoma tiene un riesgo 70 veces mayor de desarrollar otro melanoma. Aproximadamente entre el 5% y el 10% de las personas con melanoma desarrollará un nuevo melanoma a lo largo de su vida.
8. Inmunosupresión:
Cualquier situación que produzca una disminución del sistema inmunitario, como enfermedades (leucemias, linfomas, VIH), trasplante de órganos o medicamentos, aumenta el riesgo de padecer un melanoma.
Si hay uno o más factores de riesgo, es conveniente realizar controles periódicos para revisar la piel.
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