Seguir los controles médicos, no sólo al principio, sino durante todas las etapas de la enfermedad. Al principio, puede producir una cierta angustia repetir la experiencia, pero son la garantía de que, si reaparece, estará controlada desde el principio.
Si se administra medicación de tipo preventivo, no incumplir el tratamiento sin consultar al médico.
Hacer los ejercicios de drenaje linfático cuando se ha procedido al vaciamiento axilar, para prevenir la aparición de linfedema.
Consultar, sin miedo ni reservas, con el médico ante cualquier síntoma nuevo o variación respecto al curso previsto.
Nunca debes sentirte responsable de tu enfermedad, pero sí saber que, en cierta medida, el éxito del tratamiento depende mucho de la manera en que una lo afronta.
Para adoptar una actitud positiva y compartir experiencias, es importante conocer grupos de autoayuda y contactar con ellos.
En cualquier caso, es siempre bueno compartir nuestros sentimientos y emociones con quienes están más cerca: hablar con la familia, los amigos, etc.
Para aliviar el estrés que provoca el diagnóstico, es conveniente no dejar que la enfermedad se convierta en el centro de tu vida y combinar trabajo y ocio para obtener tranquilidad y placer.
La relación entre el cáncer y el tabaco está hoy día bien fundamentada. Así pues, si eres fumadora, es necesario que abandones el hábito.
Para prevenir la deshidratación que comportan algunos tratamientos, debes beber agua en abundancia durante todo el día (unos 2 litros diarios).
Debido al tratamiento, es probable que notes la piel más áspera o, incluso algo enrojecida, a causa de la falta de grasas y agua en distintas capas. Los siguientes consejos te ayudarán a paliar esos efectos.
Es un proceso oncológico donde células sanas de la glándula mamaria degeneran y se transforman en tumorales.
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