Cirrosis y cáncer de hígado

La cirrosis hepática es el estado final de muchas enfermedades hepáticas de carácter crónico. Cualquier enfermedad que produzca inflamación crónica a largo plazo puede llegar a producir cirrosis.1Se trata de un estado irreversible en estadíos avanzados, donde el tejido hepático ha sido sustituido por tejido cicatricial, provocando alteraciones y modificaciones en la estructura vascular del hígado y acarreando un deterioro progresivo de su funcionalidad.2

 

 

Cada vez que el hígado sufre una lesión, por cualquier motivo, intenta repararse a sí mismo. Si el daño es esporádico el tejido hepático consigue auto-regenerarse sin mayor problema; pero si el daño se mantiene en el tiempo, se forman las denominadas y tan características de la cirrosis “cicatrices”, responsables de la alteración de la estructura y de la pérdida de funcionalidad.3

En nuestro medio, la cirrosis se la relaciona fundamentalmente con el consumo excesivo de alcohol, las infecciones por virus de la hepatitis, el hígado graso, trastornos del conducto biliar… En ocasiones los pacientes presentan más de una causa.En el 20% de los casos, no aparece una causa identificable. 1

 


 

Etapas y sintomatología de la cirrosis

Se distinguen 2 etapas o fases:

  • Fase compensada, se denomina así a la situación en la que no se han manifestado las complicaciones secundarias a la progresión de la enfermedad. Los pacientes pueden resultar asintomáticos o con ligeras molestias de tipo estomacal (dispepsia) o cansancio. En estas primeras etapas, según los casos, la cirrosis puede ser de carácter reversible.4,5
  • Fase descompensada, se denomina así a la fase avanzada de la enfermedad en la que la sintomatología cada vez está más presente. 4,5
El deterioro del hígado repercute en su funcionalidad, apareciendo una mayor cantidad de síntomas. Así se producen o agravan progresivamente:1
 
  • Molestias digestivas.
  • Cansancio.
  • Desnutrición y pérdida de peso, por la alteración en la absorción de nutrientes.
  • Ictericia, por la alteración del metabolismo de la bilirrubina y su incapacidad de eliminación.
  • Edemas y ascitis, consecuencia de la acumulación de líquidos en extremidades inferiores y abdomen;
  • Facilidad para los hematomas y sangrado, por la alteración en los mecanismos implicados en la coagulación.
  • Pérdida de deseo sexual en hombres.
  • Alteraciones de la menstruación.
  • Alteraciones en el comportamiento y conciencia, por el acúmulo de sustancia tóxicas.

Diagnóstico

El diagnóstico de la cirrosis se realiza mediante:

  • Hallazgos clínicos, evaluación de la sintomatología referida por el paciente. 4,5
  • Pruebas analíticas, que confirmen el daño hepático mediante  la valoración del exceso de bilirrubina o elevación de las transaminasas. 4,5
  • Pruebas de imagen, como la ecografía o elastometría, permitirán determinar tamaño, presencia de ascitis, daños estructurales de los vasos…4,5
  • Biopsia, con la que realizar el análisis de una muestra de tejido para valorar el daño a nivel histológico o celular.4,5

Complicaciones

Según avanza la enfermedad, se manifiestan una serie de complicaciones con gran impacto en el paciente. Entre las principales destacan:

  • Ascitis: constituye la complicación más común y temprana de la cirrosis. Supone el acúmulo de líquido libre en la cavidad abdominal provocando un aumento del perímetro abdominal que le puede generar dificultad respiratoria, hernias, derrame pleural…Provocan con cierta frecuencia episodios de peritonitis bacteriana, de pronóstico complicado.2
  • Síndrome hepatorrenal: asociado a etapas avanzadas de la cirrosis y del fallo hepático, se puede producir fallo renal. 2
  • Encefalopatía hepática: derivada del fallo en el metabolismo de la urea y la acumulación de amonio en el cerebro, se pueden producir alteraciones neuro-psiquiátricas. 2
  • Varices esofágicas: como consecuencia de la hipertensión portal, incremento de presión en las venas hepáticas que provoca dificultad y resistencia al paso de la sangre, se puede producir la dilatación de las venas que se encuentran en la parte final del esófago, formándose las varices esofágicas. Su mayor complicación reside en el riesgo de rotura y la consecuente hemorragia. 6

 

 

Relación entre cirrosis y Cáncer de hígado

La relación entre cáncer de hígado y cirrosis hepáticas es estrecha. Con frecuencia, los pacientes con cirrosis, independientemente de su origen, evolucionan a cáncer de hígado. De hecho, se estima que una vez diagnosticada la cirrosis, la posibilidad de desarrollar cáncer hepático/carcinoma hepatocelular es del 20% a los cinco años.2

Dado que el cáncer de hígado sobreviene en muchas ocasiones a una cirrosis, la sintomatología que se puede desarrollar se superpone a los síntomas que ya tenía el afectado. Igualmente, ocurre con el pronóstico. Un mejor pronóstico del afectado por cirrosis, favorecerá el pronóstico del cáncer de hígado.Por ello, resulta prácticamente vital, hacer un seguimiento exhaustivo del paciente con cirrosis, para favorecer un diagnóstico precoz de un posible cáncer de hígado. 2

Tratamiento de la cirrosis

La cirrosis como tal, no tiene un tratamiento específico. Además del cese de la ingesta de alcohol o de la recomendación de dietas específicas para evitar la desnutrición, lo que se trata fundamentalmente son sus complicaciones, procurando evitar la evolución de la enfermedad a estadios más avanzados que requirieron como último recurso, la realización de trasplante hepático. Los trasplantes en la actualidad presentan resultados altamente satisfactorios, pero las dificultades para conseguir órganos compatibles, unida a la complejidad de la cirugía, hace que sea una solución reservada para casos excepcionales.2

 

¿Qué es el Cáncer de Hígado?

También conocido como carcinoma de hígado, es un tumor en este órgano, o lo que es lo mismo, una proliferación incontrolada de células.

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