La inmunoterapia en el cáncer de hígado
La incidencia creciente del cáncer de hígado en los últimos años lo ha convertido en una de las principales causas de muerte por cáncer en todo el mundo1. En el cáncer de hígado, el tratamiento de elección está muy ligado al momento del diagnóstico de la enfermedad, al estado del hígado o a las condiciones del paciente2.
Por ello, pueden plantearse diferentes alternativas, desde la resección (extirpar el tumor), realizar un trasplante o el uso de diferentes tratamientos sistémicos. En cualquier caso, se estima que entre el 50-60% de los pacientes deberán recibir tratamiento sistémico de diferentes tipos3.
Entre los tratamientos sistémicos, además de las opciones manejadas y utilizadas previamente, se ha incorporado una nueva alternativa terapéutica, la inmunoterapia.
¿Qué es la inmunoterapia?
La inmunoterapia, a diferencia de otros tratamientos, no está dirigida a acabar con el tumor, sino que se basa en la estimulación del sistema inmunológico propio del individuo para que sea este quien ataque y destruya al tumor.4,5 De esta manera, se propicia el ataque a las células cancerosas exclusivamente, reduciendo la toxicidad del tratamiento y permitiendo que el sistema inmune continúe reconociendo en el futuro al tumor, en caso de que vuelva.6
Fundamentos de la inmunoterapia
El sistema inmunitario puede identificar las células cancerosas, atacarlas y destruirlas.8 La actividad del sistema inmunitario está regulada principalmente por las denominadas células T o linfocitos T (glóbulos blancos que viajan por todo el organismo). Los linfocitos T son capaces de reconocer mediante receptores disponibles en su superficie, por ejemplo los denominados PD-1, a los antígenos tumorales (partículas específicas procedentes de los tumores).7,8
Una vez que el linfocito T reconoce al antígeno sufre un proceso denominado “activación”, los linfocitos T activados son capaces de provocar la muerte de la célula tumoral. 7,8
En ocasiones, las células tumorales son capaces de “engañar” al sistema inmunitario produciendo determinadas sustancias en su superficie. Son antígenos, por ejemplo denominadas PD-L1, que se unirán a los receptores de los linfocitos T.
Esto evitará que la célula tumoral sea reconocida o simplemente impidiendo que el linfocito T ataque a la célula tumoral. En cualquier caso, el resultado será la “no destrucción” del tumor. 7,8
De esta manera, se propicia el ataque a las células cancerosas exclusivamente, reduciendo la toxicidad del tratamiento y permitiendo que el sistema inmune continúe reconociendo en el futuro al tumor, en caso de que vuelva.6 La inmunoterapia intenta superar precisamente estos impedimentos para restablecer la actividad del sistema inmunitario.7
Bajo estas premisas, se han diseñado diferentes tipos de tratamientos eficaces en cáncer de hígado como por ejemplo los denominados inhibidores de puntos de control, anticuerpos que actúan a nivel de la vía PD-1 / PD-L1 o de la vía CTLA-4. Estos anticuerpos favorecerán la actuación de la respuesta inmunológica dado que se unirán a esos antígenos producidos por las células tumorales para evitar el ataque o ser reconocidos. Se “inactiva” así ese mecanismo de supervivencia de la célula tumoral convirtiéndola en susceptible de ser atacada y destruida por los linfocitos. 4-8
La inmunoterapia es una herramienta terapéutica innovadora que ha demostrado su eficacia en diferentes tipos de cáncer incluido el cáncer de hígado.
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