Recomendaciones dietético-culinarias: Gestionar la anorexia o falta de apetito
Uno de los síntomas más habituales durante el tratamiento oncológico es la pérdida del apetito, también llamada anorexia.
Puede aparecer en cualquier momento del tratamiento o de la enfermedad; en el diagnóstico o como efecto secundario de los tratamientos. La anorexia puede llegar a perdurar una vez finalizada la terapia y sumarse a otros síntomas derivados de los tratamientos, que harán más difícil mantener una alimentación adecuada. Por ejemplo, la dificultad al respirar, masticar o engullir puede provocar más cansancio a la hora de comer, provocando también una disminución de la ingesta.
Es importante prestar especial atención si se prolonga en el tiempo, porque puede condicionar el estado nutricional del paciente.
¿Qué debo comer cuando no tengo apetito para asegurar los nutrientes necesarios?
Aunque no tengas hambre, es importante que comas pequeñas porciones de alimentos a las horas en que más te apetezca. No es tan importante la cantidad que comas en una sola toma, sino la cantidad que consigas comer a lo largo del día.
Por ello, plantéate pequeños objetivos que se puedan cumplir. Por ejemplo, comer medio yogur, tres almendras y dos fresas. Es necesario acumular pequeñas cantidades de alimentos de alta densidad nutricional a lo largo del día.
Los alimentos y preparaciones de alta densidad nutricional son aquellos que en muy poco volumen incluyen una gran cantidad de energía y nutrientes como:
- Croquetas de pollo o bacalao
- Empanadas de carne, atún, verduras o queso
- Patés nutritivos para untar en unas tostadas
- Sándwiches
- Cremas y sopas enriquecidas
- Preparaciones dulces como postres o para comer entre horas, como flanes, pudines, batidos caseros o yogures tipo griego o rico en proteínas
Existen estrategias para aumentar la densidad nutricional de alimentos y elaboraciones. La mejor manera es enriquecer los platos con alimentos de elevado contenido energético y/o proteico como, por ejemplo:
- Si te apetece un yogur, que sea griego o rico en proteínas. Además, puedes añadirle otros ingredientes como leche en polvo, frutos secos, miel o mermelada, trocitos de fruta fresca, galletas picadas…
- Si te apetece una crema de verduras o una sopa, puedes añadir una cucharada de aceite de oliva virgen, un huevo duro picado, un quesito, unos trocitos de jamón york, un chorrito de nata…
- Si lo que te apetece es una ensalada, puedes aliñar con abundante aceite de oliva virgen o preparar una vinagreta con frutos secos y miel, o una salsa a base de yogur rico en proteínas, añadir unos taquitos de queso o un puñado de fruta desecada. También, se puede añadir unos trocitos de pollo o de atún.
- En el caso de las carnes y pescados, puedes acompañarlas con salsas que te apetezcan.
Otra manera de ayudar a comer es teniendo alimentos a la vista que sean fáciles de comer y de picar. De esta manera, puedes incorporarlos con facilidad, aunque sea en pequeñas cantidades.
- Uvas, cerezas, fresas… puedes coger una unidad e ingerir directamente
- Palitos de pan (blanco, integral, de semillas, de aceitunas…)
- Palomitas caseras
- Frutos secos (nueces, avellanas, almendras y anacardos)
- Fruta desecada (orejones, ciruelas, pasas y coco)
Finalmente, es importante intentar asegurar comidas completas, aunque sea en poca cantidad. Por ejemplo, lo que cabe en un plato de postres. La idea es que las comidas principales incluyan alimentos de los diferentes grupos: verduras (crudas o cocidas), farináceos (patata, arroz, pasta, legumbres...) y alimentos proteicos (carne, pescado, huevos y soja).
*Contenido extraído de la guía: Recomendaciones dietético-culinarias durante el tratamiento del cáncer de pulmón de la Fundación Alícia
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