Además de la información sobre su enfermedad, los pacientes con cáncer investigan sobre otros temas como ejercicio físico, alimentación, apoyo psicológico, entre otros.
En el caso de la alimentación, investigan sobre los productos, las cocciones, los utensilios o los hábitos que podrían ser perjudiciales o beneficiosos para su organismo. Pueden pasar mucho tiempo recopilando esta información de páginas web, libros y revistas, o consejos de amigos o familiares que han oído o leído sobre el tema.
Esto puede generar una sobreinformación e incluso una cierta sensación de angustia en las personas que sufren la enfermedad, porque no saben realmente lo que es cierto y lo que no. En algunos casos, los pacientes terminan por eliminar de la dieta alimentos imprescindibles para afrontar la enfermedad o, al contrario, añaden algunos alimentos, hierbas o suplementos que pueden ser perjudiciales, que pueden interferir en el tratamiento o que, simplemente, incrementan el coste de la alimentación sin ninguna evidencia real de su eficacia.
Actualmente, las opciones terapéuticas más exitosas para tratar el cáncer son aquellas que combinan diferentes abordajes terapéuticos (cirugía, radioterapia, quimioterapia, inmunoterapia, terapias dirigidas) con recomendaciones no farmacológicas como una alimentación saludable. Por eso, debemos prestar atención a lo que comemos. Sin embargo, existen muchas creencias populares erróneas que relacionan el cáncer y la alimentación.
Es muy frecuente escuchar afirmaciones como estas:
Al recibir el diagnóstico de cáncer, lo primero que uno se pregunta es “qué he hecho mal” o “qué he comido o qué no he comido”. Acto seguido, se empieza a buscar información por todos los canales disponibles como internet, amigos y revistas. En ellos, se encontrará información sobre alimentos que pueden ser dañinos y otros que pueden tener efecto beneficioso.
Si la información que ves es reciente, seguro que te llamará la atención. Además, te atraerá más si dice que un producto tiene propiedades milagrosas. Muchas veces, no hay pruebas suficientemente objetivas de que estas “soluciones” funcionen. Aunque se tiene constancia de que la alimentación juega un papel fundamental en la enfermedad, no existe ningún ingrediente o producto dietético que por sí solo cure el cáncer
La ciencia es la vía de acceso al conocimiento más segura y fiable. No es infalible y por ello los científicos revisan continuamente los resultados y planteamientos de sus estudios. Nuestras decisiones tienen que basarse en la evidencia científica antes que en cualquier otra cosa.
Así pues, ante cualquier mito que se quiera poner en práctica, te recomendamos:
Esta debería provenir de organismos dedicados a la seguridad alimentaria como, por ejemplo:
O de instituciones dedicadas a la investigación y abordaje del cáncer como:
Muchos de los mitos que suelen aparecer se basan principalmente en recomendaciones dietéticas dirigidas a la población general, destinadas a prevenir la aparición de enfermedades relacionadas con unos malos hábitos alimentarios, pero difieren de lo que se recomienda para una persona bajo tratamiento de cáncer.
*Contenido adaptado de la guía: Mitos y creencias sobre alimentación durante el tratamiento del cáncer, de la Fundación Alícia.
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El cáncer de pulmón es una de las enfermedades más graves y uno de los tipos de cáncer más frecuente en el ser humano.
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