¿Qué es la resonancia magnética?
La resonancia magnética (RM) es una prueba muy común a la hora de realizar el diagnóstico de enfermedades, y en concreto el diagnóstico de la Esclerosis Múltiple1,2. Si quieres saber cómo funciona la resonancia magnética y todos sus usos, a continuación, te explicamos los últimos avances en esta técnica.
¿Cómo funciona la resonancia magnética?
El diagnóstico de la Esclerosis Múltiple, conocida también como EM, ha ido evolucionando en los últimos años y combina pruebas clínicas, de imagen y de laboratorio3. La resonancia magnética, es una de las pruebas de imagen que se realiza de forma habitual para confirmar el diagnóstico de la Esclerosis Múltiple2. A través de ella, se pueden obtener imágenes muy precisas del cerebro de forma no invasiva que permiten detectar las lesiones que podrían estar causadas por la enfermedad1,3.
La resonancia magnética, a diferencia de los rayos X, no emplea radiación, sino magnetismo y ondas radioeléctricas1,3. Es decir, mediante un imán gigante, se generan campos magnéticos muy potentes que interactúan con el hidrógeno del agua que contienen todos los tejidos y fluidos de nuestro organismo. La energía liberada en ese proceso se traduce en imágenes en las que, tras ser procesadas por ordenadores, se podrán observar las lesiones o zonas dañadas2.
Gracias a estas imágenes se pueden observar las lesiones cerebrales y se puede diagnosticar la enfermedad con alta fiabilidad, descartando otros posibles diagnósticos; valorar el grado de afectación neurológica inicial y permitir el seguimiento de la enfermedad.
Últimos avances en resonancia magnética
Como bien sabemos, la Esclerosis Múltiple es una enfermedad autoinmune de origen inflamatorio5. Según un estudio publicado en 2019, la inflamación presente en la resonancia inicial puede predecir el riesgo de progresión de la Esclerosis Múltiple a largo plazo6. Es decir, el número de lesiones que se observan en la primera prueba de resonancia magnética y su localización están relacionadas con el riesgo de conversión a una fase progresiva de la enfermedad tras 15 años6.
Para ello, los neurólogos tienen en cuenta dos tipos de lesiones que se pueden observar en las imágenes de resonancia magnética:
LAS LESIONES CAPTANTES DE GADOLINIO EN T1
- Son realzadas con gadolinio (Gd), un compuesto que sirve de agente de contraste.
- Son un marcador de inflamación activa y de destrucción de la barrera hematoencefálica, una red de capilares sanguíneos del tejido cerebral que controla el transporte de ciertas sustancias al sistema nervioso central9.
LAS LESIONES EN T27,8
- Se asocian con la carga de la enfermedad a largo plazo y, a diferencia de las primeras, raramente desaparecen.
Esto es importante puesto que el retraso en el control de esa inflamación en los primeros años determina el daño degenerativo a largo plazo, siendo crucial tratarla cuanto antes.
También se ha demostrado que esta prueba puede predecir futuros brotes y el desarrollo de discapacidad en las personas con Esclerosis Múltiple a través de cambios en el volumen y número de las lesiones cerebrales durante los primeros cinco años, pudiéndose relacionar con la discapacidad a 20 años7. Esto puede ser muy valioso para predecir la evolución de la Esclerosis Múltiple Remitente-Recurrente (EMRR)7.
Esta técnica también nos proporciona información sobre la pérdida de volumen cerebral. A través del análisis de las imágenes de resonancia magnética con algoritmos informáticos se calcula el volumen del cerebro y la posible existencia de alteraciones como la atrofia cerebral10,11. Además, este efecto se puede confirmar a través de unas proteínas llamadas neurofilamentos de cadena ligera que aumentan cuando existe presencia de pérdida de volumen cerebral y espinal-cervical12.
Beneficios de la resonancia magnética
Asimismo, no solo es un factor a tener en cuenta en el diagnóstico y la identificación temprana del riesgo de progresión, si no que también puede ayudar al especialista a ver la evolución de la enfermedad, siendo una medida que se utiliza en el seguimiento.
Además, la resonancia magnética cerebral convencional también proporciona información acerca de la actividad inflamatoria mediante dos parámetros:
- El realce leptomeníngeo: se define como un aumento en la intensidad de señal detectada por resonancia magnética debido a la inflamación y desmielinización de las meninges. Puede estar presente tanto en formas progresivas como formas remitentes-recurrentes13.
- La atrofia del tálamo: las alteraciones en el volumen del tálamo, responsable de multitud de procesos como el procesamiento de las emociones o la integración de la información que nos llega de los sentidos, podrían ayudar a predecir el riesgo de deterioro cognitivo futuro y progresión de la discapacidad14,15.
Sin embargo, como toda técnica, presenta algunas limitaciones, y es que a la hora de detectar los cambios en los tejidos que caracterizan la fase progresiva (crónica) de la Esclerosis Múltiple, tiene una baja sensibilidad, es decir, baja probabilidad de detectar correctamente a un individuo con Esclerosis Múltiple, y especificidad, baja probabilidad de identificar a una persona sana16,17.
Por todo ello es extremadamente importante el control de la inflamación en los primeros años de la enfermedad, puesto que dicho control puede reducir el daño degenerativo a largo plazo, influyendo en la futura conversión a formas progresivas18.
En conclusión, la resonancia magnética ha demostrado ser una técnica que puede proporcionarnos información sobre todas las fases de la Esclerosis Múltiple incluyendo el diagnóstico y el pronóstico de la enfermedad. Por ello, nos puede ayudar a predecir la progresión a largo plazo, lo que es de gran utilidad para la evaluación y seguimiento de las personas con Esclerosis Múltiple18,19.
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